
Una manifestación a la que acudió mucha más gente en comparación con las anteriores que han tenido lugar; posiblemente gracias al contagio provocado por el clima de huelga en otras zonas, la sensación de traición en el pacto de las pensiones y las constantes noticias de revuelta que se están dando en medio mundo. Una manifestación en la que se respiraba un ambiente cargado de voluntad de ser protagonistas de nuestra realidad, rabia por ser siempre espectadores pasivos del robo colectivo y muestras de una actitud combativa, rebelde, que hacía tiempo que no se sentía en las calles de Madrid. Al mismo tiempo es necesario destacar y realizar una crítica constructiva de cara a enfrentar el futuro cercano con inteligencia.
Nuestras propias muestras de salud antagonistas, resaltan por igual nuestras carencias organizativas y debilidad estructural como movimiento. Todavía no somos capaces de ofrecernos seguridad colectiva ante cualquier incidente, por lo que al final, es la huída individual y caótica la que nos derrumba y eso la policía lo sabe. Tenemos que lograr delimitar espacios de soberanía, de control territorial donde movernos en un bloque compacto, sin fisuras, regido por la autonomía; las normas colectivas. Construir orden da incluso más miedo que generar desorden. No cabe otra opción más que construir en común, dejando luchas intestinas al margen que ninguna incidencia tienen en la realidad, más que en la vida de los que las protagonizan. La tarde de Madrid del 27 Enero, puede ser el primer paso de un nuevo ciclo de luchas que necesita del equilibrio perfecto de toda nuestra inteligencia y corazón. Puede ser el comienzo de algo, porque sabemos que cuando estamos juntos, damos miedo.
Jorge Moruno