“Queremos construir un discurso común”. Entrevista a Claudia Bernardi, militante del movimiento estudiantil romano. | A.U. Contrapoder

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“Queremos construir un discurso común”. Entrevista a Claudia Bernardi, militante del movimiento estudiantil romano.

Jorge Moruno Danzi y Enrique Maestu Fonseca (Contrapoder) | Diagonal

Esta militante romana cita el derecho al estudio, la renta y la investigación como los pilares del movimiento que tomó relevancia europea en Roma el 14 de diciembre.

DIAGONAL: ¿Por qué se rebelan ahora los jóvenes italianos? ¿Cuáles son los aspectos comunes entre el movimiento de 2008 y este?

CLAUDIA BERNARDI: Ha habido un gran cambio de mentalidad en los dos últimos años. El proceso de maduración desde la Onda Anómala [movimiento estudiantil de 2008] hasta 2010 ha sido constante. Quienes llevamos dos años movilizándonos en las universidades hemos percibido una madurez creciente que ha emergido públicamente después de los hechos del 14 de diciembre en Roma. Esta madurez tiene que ver con la constatación de las propias condiciones de vida desde un punto de vista individual. Se ha dejado de pedir a la familia, que en Italia es el mayor dispositivo de bienestar, que nos saque de la crisis. La cuestión del futuro, y la necesidad de reapropiarse de él, ha sido uno de los pilares en las movilizaciones de este último año. La Onda Anómala se caracterizaba por una composición fundamentalmente estudiantil que atendía a los problemas de la universidad. En 2010, con el desmantelamiento de la universidad pública y la drástica reducción de la financiación, el desempleo, el acelerarse de la crisis, el hecho de que las expectativas de los jóvenes en ámbitos como la investigación no se vean cumplidas, ha llevado a los estudiantes a preocuparse por realidades sociales “externas” a la universidad. Pero todas ellas sitúan la necesidad de reapropiarse del futuro.

D.: ¿Debe continuar siendo una lucha dentro de la universidad o debe extenderse a toda la sociedad?

C. B.: Bien, las últimas movilizaciones han dado ya alguna indicación con respecto a esto. Hay que trabajar en la recomposición de alianzas sociales de carácter real que no sirvan solamente para convocar una manifestación, sino también para construir un trayecto en el que se vinculen los sindicatos, las asociaciones y comités para construir un discurso común. Tradicionalmente el trabajo con los sindicatos se ha construido en torno a la convocatoria de manifestaciones, y es ahí donde surgen los problemas.

Ahora estamos intentando construir un discurso común. En esta línea, continuamos llamando a la movilización, haremos seminarios de autoformación, posiblemente convocaremos más movilizaciones en los próximos meses y es posible que incluso la CGIL [principal sindicato italiano] convoque una huelga general. La mayor parte de nuestras fuerzas están centradas ahora en crear alianzas sociales y poner énfasis en la necesidad de apropiarnos de nuestro futuro. No nos podemos olvidar de las luchas que se crean dentro de la universidad, comprender y posibilitar nuevos dispositivos de sabotaje y nuevas formas de organización dentro del medio estudiantil. A largo de estos meses, el reto será el de crear un nuevo espacio con los investigadores.
D.: ¿En qué consiste la propuesta del Movimiento de Autorreforma de la Universidad?

C. B.: Hay tres líneas fundamentales. La primera surge con la cuestión del derecho al estudio, la financiación de la enseñanza y la autoformación, es decir, la creación de dispositivos de sabotaje dentro de la propia universidad. En segundo lugar se encuentra la cuestión del welfare [políticas de bienestar] y la renta, tanto directa como indirecta, temática central dentro del movimiento. En Roma, por ejemplo, las habitaciones cuestan alrededor de 500 euros al mes, cifras exorbitantes que casi nadie puede pagar. Es aquí donde el hecho de reapropiarse del futuro cobra sentido, pero no solo en este ámbito, sino también en ámbitos como por ejemplo en el acceso a la cultura, el acceso al teatro o poder realizar espectáculos públicos.

Por último, la tercera línea incide sobre cómo hacemos para trabajar con los investigadores universitarios, que son los que dan vida a la universidad. Con esta alianza intentamos buscar los mecanismos para construir juntos un espacio de investigación que sea autónomo, potenciar la creación y el asentamiento de universidades autónomas que sean capaces de construir otro saber que no esté vinculado ni a los lobbys empresariales ni a las castas de la mafia de los profesores universitarios. Europa como terreno común.

D.: ¿Cuáles son las posibilidades de coordinación en el nivel europeo?

C. B.: En primer lugar, creo que para poder trabajar en la escala europea primero hay que identificar a quienes trabajan en las universidades construyendo movimiento en los diferentes países. En los últimos dos años están confluyendo en el movimiento investigadores y precarios, y creo que esto es un buen punto de convergencia. Es decir, movimientos que con diferentes temporalidades han logrado encontrarse. En este sentido creo que el discurso europeo necesita tiempo para madurar, no debemos acelerar demasiado los tiempos. Creo que los experimentos y los precedentes de movimientos que se han sucedido los últimos años a escala europea, han abusado de un calendario basado en la convocatoria para una contestación localizada en un país; se ha abusado del modelo de contracumbre.

En Europa coexisten diferentes temporalidades, no solo en las luchas, sino también en los calendarios de aplicación del proceso de Bolonia. Signos que muestran diferentes composiciones universitarias, de diferentes técnicas didácticas y de formación en las Universidades. En esta situación, es fundamental crear un discurso de sedimentación común orientado al medio y al largo plazo, y no creado ex profeso para cada convocatoria de contracumbre. Sobre esto, es necesario construir encuentros en donde las diferentes realidades del movimiento, los estudiantes, los investigadores que trabajan y se movilizan dentro de la universidad, se encuentren para compartir y crear un proyecto común.